
10 Mar Cómo enseñar gramática sin morir en el intento
“Héctor, sí, muy divertido… Pero yo quiero aprender gramática”.
Muchos profesores de ELE nos hemos topado con esta situación más de una vez durante nuestra experiencia docente. Debido a experiencias pasadas de aprendizaje, muchos de nuestros estudiantes tienen la creencia que trabajar la gramática es lo más importante para su desarrollo lingüístico, y no le dan tanta importancia al resto de trabajo –léxico, cultural, emocional, etc.
Esto nos lleva irremediablemente a plantearnos cómo podemos satisfacer la demanda de nuestros estudiantes, pero sin renunciar a nuestras convicciones metodológicas a la hora de enseñar ELE –tomar como “eje fundamental […] la indisolubilidad de forma y significado”. (Ruiz Campillo, 2007)
“Eso, Héctor, ¿cómo podemos enseñar gramática sin morir en el intento?”
Trabajar con muestras de lengua reales, en contexto
No podemos trabajar con estructuras descontextualizadas. Tenemos que afrontar la enseñanza de la gramática teniendo en cuenta al mismo tiempo el significado, la estructura, el valor pragmático, los elementos culturales, la intención del hablante, la situación comunicativa, etc. Reducir la gramática a una lista de reglas puede provocar muchas frustraciones en nuestros estudiantes.
Promover la reflexión y la inducción, de manera autónoma y colaborativa
En lugar de dar una lista de reglas y usos, nuestras actividades deben provocar que nuestros estudiantes tengan que realizar hipótesis sobre dichos usos, para luego contrastarlas con las de sus compañeros. Este trabajo autónomo permite que los estudiantes conviertan la discusión sobre la gramática en una actividad que les obliga a utilizar también la L2 de forma significativa. (Ruiz Campillo, 2007)
¡Dibuja la gramática!
Ilustrar los significados y los usos de las estructuras gramaticales con dibujos, esquemas, diagramas, etc. es una manera infalible para que nuestros estudiantes capten las sutiles diferencias de uso que a veces tiene nuestra lengua: ¿imperfecto o indefinido? ¿Ser o estar? ¿Por o para? Las últimas investigaciones en gramática cognitiva (los trabajos de Reyes Llopis y de J. P. Ruiz Campillo son indispensables) nos confirman la idea de que visualizar la gramática nos ayuda a entender qué está ocurriendo en el cerebro de los hablantes de español cuando deciden utilizar una u otra forma.
Tener en cuenta la dimensión afectiva y las emociones
Para que el aprendizaje de la gramática –y de la lengua en general– tenga éxito, los profesores de ELE debemos crear un ambiente de confianza en el que los estudiantes sientan que son los auténticos protagonistas del proceso de aprendizaje. Asimismo, no podemos olvidar que tenemos que despertar emociones en nuestros estudiantes a través de todo lo que traemos al aula –actividades, discurso, atmósfera–. Francisco Mora, en su Neuroeducación (2013) nos refuerza la idea de que si somos capaces de generar emociones positivas intensas en el aula, el aprendizaje de nuestros estudiantes será mucho más memorable.
Tomando estos cuatro puntos a la hora de planear nuestras clases, seremos capaces de trabajar la gramática en clase de forma explícita, cumpliendo de esta forma las expectativas de nuestros estudiantes, pero estando seguros de que nuestra metodología está siendo la adecuada para que el aprendizaje de la gramática sea eficaz.